[]En sus vagabundeos, Lucus el Pensador se topó un día con un objeto desconocido: una mujer. Jamás había visto tal cosa, y al principio le causo una viva conmoción el verse muy parecido a ella; pero luego, levemente atemorizado también ante la nueva presencia, pregonó a todos los demás hombres del contorno: "¡Mirad! ¡Yo puedo contemplar su cara, cosa que ella no puede hacer; luego las mujeres no pueden ser como yo!" Y así demostró el la superioridad de los hombres con respecto a las mujeres, para su tranquilidad y la de sus compañeros masculinos. Marginalmente la misma argumentación prueba tambien la superioridad de Lucus con respecto a todos los demás hombres, pero él no hizo hincapié en ello. La mujer en respuesta adujo: "Si, usted puede ver mi cara, cosa que yo no puedo hacer, pero yo puedo ver su cara, ¡cosa que usted no puede hacer! Estamos parejos". No obstante, Lucus salió con una objeción inesperada: "Perdone, pero se engaña si piensa que puede ver mi cara. Lo que hacen ustedes las mujeres no es lo mismo que hacemos nosotros, los hombres, sino que tiene, como ya lo he señalado, un grado inferior, y no le corresponde ser llamado por el mismo nombre. Llámele, si quiere, 'femivisión'. Ahora bien, el hecho de que usted pueda 'femiver' mi cara carece de toda importancia, pues la situación no es simétrica, ya lo ve"."Lo femiveo" , femicontestó la mujer, y se femifué...
Bueno, éste es el tipo de argumentación "del avestruz" que aceptará con gusto quien se sienta inclinado a ver que los hombres y las mujeres aventajan a las computadoras en estas disputas intelectuales.
Bueno, éste es el tipo de argumentación "del avestruz" que aceptará con gusto quien se sienta inclinado a ver que los hombres y las mujeres aventajan a las computadoras en estas disputas intelectuales.
Gödel, Escher, Bach un eterno y grácil bucle. Douglas R. Hofstadter
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